Hiram, rey de Tiro, envió mensajeros a David, junto con madera de cedro, asà como canteros y carpinteros para que le construyeran un palacio.
Entonces David se dio cuenta de que el Señor lo habÃa confirmado como rey de Israel y que habÃa bendecido su reino en abundancia por amor a su pueblo Israel.
Cuando los filisteos se enteraron de que David habÃa sido ungido rey de todo Israel, movilizaron todas sus fuerzas para capturarlo; pero le avisaron a David que venÃan, asà que salió a su encuentro.
Los filisteos llegaron y realizaron una incursión en el valle de Refaim.
Entonces David y sus tropas subieron a Baal-perazim y allà derrotó a los filisteos. «¡Dios lo hizo! —exclamó David—. ¡Me utilizó para irrumpir en medio de mis enemigos como una violenta inundación!». Asà que llamó a ese lugar Baal-perazim (que significa «el Señor que irrumpe»).
Los filisteos abandonaron sus dioses allÃ, asà que David dio órdenes de que fueran quemados.