Paul, an apostle of Jesus Christ by the will of God, and Timothy our brother, unto the church of God which is at Corinth, with all the saints which are in all Achaia:
Entonces Eliseo le dijo:—PÃdeles a tus amigos y vecinos que te presten todas las jarras vacÃas que puedan.
Luego ve a tu casa con tus hijos y cierra la puerta. Vierte en las jarras el aceite de oliva que tienes en tu frasco y cuando se llenen ponlas a un lado.
Entonces ella hizo lo que se le indicó. Sus hijos le traÃan las jarras y ella las llenaba una tras otra.
¡Pronto todas las jarras estaban llenas hasta el borde!—Tráeme otra jarra —le dijo a uno de sus hijos.—¡Ya no hay más! —le respondió. Al instante, el aceite de oliva dejó de fluir.
—Llámala de nuevo —le dijo Eliseo.La mujer regresó y se quedó de pie en la puerta mientras Eliseo le dijo:
—El año que viene, por esta fecha, ¡tendrás un hijo en tus brazos!—¡No, señor mÃo! —exclamó ella—. Hombre de Dios, no me engañes asà ni me des falsas esperanzas.
Efectivamente, la mujer pronto quedó embarazada y al año siguiente, por esa fecha, tuvo un hijo, tal como Eliseo le habÃa dicho.
Cierto dÃa, el niño, ya más grande, salió a ayudar a su padre en el trabajo con los cosechadores,
Entonces ella dijo: «¿Acaso yo te pedà un hijo, señor mÃo? ¿Acaso no te dije: “No me engañes ni me des falsas esperanzasâ€?».
Enseguida Eliseo le dijo a Giezi: «¡Prepárate para salir de viaje, toma mi vara y vete! No hables con nadie en el camino. Ve rápido y pon la vara sobre el rostro del niño».
Giezi se adelantó apresuradamente y puso la vara sobre el rostro del niño, pero no pasó nada. No daba señales de vida. Entonces regresó a encontrarse con Eliseo y le dijo: «El niño sigue muerto».
En efecto, cuando Eliseo llegó, el niño estaba muerto, acostado en la cama del profeta.
Eliseo entró solo, cerró la puerta tras sà y oró al Señor.
Entonces Eliseo se levantó, caminó de un lado a otro en la habitación, y se tendió nuevamente sobre el niño. ¡Esta vez el niño estornudó siete veces y abrió los ojos!
Entonces Eliseo llamó a Giezi y le dijo: «¡Llama a la madre del niño!».Cuando ella entró, Eliseo le dijo: «¡Aquà tienes, toma a tu hijo!».
Entonces uno de los jóvenes fue al campo a recoger hierbas y regresó con el bolsillo lleno de calabazas silvestres. Las cortó en tiras y las puso en la olla, sin darse cuenta de que eran venenosas.
Eliseo les dijo: «Tráiganme un poco de harina». Entonces la arrojó en la olla y dijo: «Ahora está bien, sigan comiendo». Y ya no les hizo daño.