En cambio, siguió el ejemplo de los reyes de Israel, hasta sacrificó a su propio hijo en el fuego. De esta manera, siguió las prácticas detestables de las naciones paganas que el Señor habÃa expulsado de la tierra del paso de los israelitas.
Ofreció sacrificios y quemó incienso en los santuarios paganos, en las colinas y debajo de todo árbol frondoso.
En esos dÃas, el rey de Edom recuperó la ciudad de Elat para Edom. Expulsó a la gente de Judá y mandó a edomitas a habitar el lugar, y allà viven hasta el dÃa de hoy.
Luego el rey Acaz se dirigió a Damasco a encontrarse con Tiglat-pileser, rey de Asiria. Mientras estaba allÃ, observó detenidamente el altar y le envió un modelo del altar al sacerdote UrÃas, junto con el diseño bien detallado.
UrÃas siguió las instrucciones del rey y construyó uno igual, y lo tuvo listo antes de que el rey volviera de Damasco.
Presentó una ofrenda quemada y una ofrenda de grano, derramó una ofrenda lÃquida y roció sobre el altar la sangre de ofrendas de paz.
Luego el rey Acaz quitó el antiguo altar de bronce de su lugar al frente del templo del Señor, entre la entrada y el altar nuevo, y lo colocó en el lado norte del altar nuevo.
Le dijo al sacerdote UrÃas: «Usa el altar nuevo para los sacrificios de las ofrendas quemadas matutinas, la ofrenda de grano vespertina, la ofrenda quemada y la ofrenda de grano del rey, y las ofrendas quemadas de todo el pueblo, asà como sus ofrendas de grano y sus ofrendas lÃquidas. RocÃa sobre el altar nuevo la sangre de todas las ofrendas quemadas y todos los sacrificios. El altar de bronce será únicamente para mi uso personal».
Asà que el sacerdote UrÃas hizo todo tal como el rey Acaz le ordenó.