El rey David era ya muy anciano y, por más frazadas que le ponÃan, no podÃa entrar en calor.
Asà que sus consejeros le dijeron: «Busquemos una joven virgen que lo atienda y lo cuide, mi señor; dormirá en sus brazos y le quitará el frÃo».
Entonces buscaron una muchacha hermosa por toda la tierra de Israel y encontraron a Abisag, de Sunem, y se la llevaron al rey.
La joven era muy hermosa; cuidaba al rey y lo atendÃa, pero el rey no tuvo relaciones sexuales con ella.
AdonÃas se apoyó en Joab, hijo de Sarvia, y en el sacerdote Abiatar, y ellos aceptaron ayudarlo a llegar a ser rey.
Sin embargo, el sacerdote Sadoc y BenaÃa, hijo de Joiada, junto con el profeta Natán, Simei, Rei y la guardia personal de David se negaron a ayudar a AdonÃas.
Ella le contestó:—Mi señor, usted hizo un juramento delante del Señor su Dios cuando me dijo: “Te aseguro que tu hijo Salomón será el próximo rey y se sentará en mi tronoâ€.
Sin embargo, AdonÃas se proclamó rey, y mi señor el rey ni siquiera se ha enterado.
Si no toma alguna medida, mi hijo Salomón y yo seremos tratados como criminales en cuanto mi señor el rey haya muerto.
Mientras ella aún hablaba con el rey, llegó el profeta Natán.
Los funcionarios del rey le informaron: «El profeta Natán está aquà y quiere verlo».Entonces Natán entró y se inclinó ante el rey con el rostro en tierra
y le preguntó al rey: «Mi señor el rey, ¿ya has decidido que sea AdonÃas el próximo rey que se siente en tu trono?
Entonces el rey David ordenó: «Llamen al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a BenaÃa, hijo de Joiada».Cuando ellos llegaron a la presencia del rey,
Una vez allÃ, el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo ungirán rey de Israel. Hagan sonar el cuerno de carnero y griten: “¡Que viva el rey Salomón!â€.
Entonces el sacerdote Sadoc y el profeta Natán junto con BenaÃa, hijo de Joiada, y la guardia personal del rey llevaron a Salomón hasta el manantial de Gihón; y Salomón iba montado en la mula que pertenecÃa al rey David.
Allà el sacerdote Sadoc tomó de la carpa sagrada el frasco de aceite de oliva, y ungió a Salomón con el aceite. Luego hicieron sonar el cuerno de carnero, y toda la gente gritó: «¡Que viva el rey Salomón!».
No habÃa terminado de hablar, cuando llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar.—Entra —le dijo AdonÃas—, porque eres un hombre bueno. Seguramente traes buenas noticias.
—¡Para nada! —respondió Jonatán—. ¡Nuestro señor, el rey David, acaba de proclamar rey a Salomón!
El rey lo envió al manantial de Gihón con el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, y BenaÃa, hijo de Joiada, e iban protegidos por la guardia personal del rey. Montaron a Salomón en la mula del rey
y Sadoc y Natán lo ungieron rey en el manantial de Gihón. Acaban de regresar, y toda la ciudad está celebrando y festejando. Por eso hay tanto ruido.
Es más, ahora mismo Salomón está sentado en el trono real como rey,
y todos los funcionarios reales han ido a felicitar al rey David y a decirle: “¡Que su Dios aumente la fama de Salomón aún más que la suya, y que engrandezca el reinado de Salomón aún más que el suyo!â€. Entonces el rey inclinó la cabeza en adoración mientras estaba en su cama
y dijo: “Alabado sea el Señor, Dios de Israel, quien el dÃa de hoy ha escogido a un sucesor que se siente en mi trono mientras yo aún vivo para presenciarloâ€.
Entonces todos los invitados de AdonÃas, presos del pánico, saltaron de la mesa del banquete y se dispersaron velozmente.
AdonÃas tuvo miedo de Salomón, por lo que corrió a la carpa sagrada y se agarró de los cuernos del altar.
Pronto llegó a Salomón la noticia de que AdonÃas, por temor, se habÃa agarrado de los cuernos del altar y rogaba: «¡Que el rey Salomón jure hoy que no me matará!».