Pronto le llegó a Joab la noticia de que el rey estaba llorando y haciendo duelo por Absalón.
A medida que el pueblo se enteraba del profundo dolor del rey por su hijo, la alegrÃa por la victoria se tornaba en profunda tristeza.
Ese dÃa todos regresaron sigilosamente a la ciudad, como si estuvieran avergonzados y hubieran desertado de la batalla.
El rey se cubrió el rostro con las manos y seguÃa llorando: «¡Oh, Absalón, hijo mÃo! ¡Oh, Absalón, hijo mÃo, hijo mÃo!».
Entonces Joab fue a la habitación del rey y le dijo: «Hoy salvamos su vida y la de sus hijos e hijas, sus esposas y concubinas. Sin embargo, al actuar de esa forma hace que nos sintamos avergonzados de nosotros mismos.
Ahora salga y felicite a sus tropas, porque si no lo hace, le juro por el Señor que ni uno solo de ellos permanecerá aquà esta noche. Entonces quedará peor que antes».
Y por todas las tribus de Israel habÃa mucha discusión y disputa. La gente decÃa: «El rey nos rescató de nuestros enemigos y nos salvó de los filisteos, pero Absalón lo echó del paÃs.
Asà que Amasa convenció a todos los hombres de Judá, y ellos respondieron unánimemente. Y le mandaron a decir al rey: «Regrese a nosotros, y traiga de vuelta a todos los que lo acompañan».
Mefiboset contestó:—Mi señor el rey, mi siervo Siba me engañó. Le dije: “Ensilla mi burro para que pueda ir con el reyâ€. Pues como usted sabe, soy lisiado.
Barzilai de Galaad habÃa descendido de Rogelim para escoltar al rey a cruzar el Jordán.
Él era muy anciano, tenÃa unos ochenta años, y era muy rico. Él fue quien proveyó el alimento para el rey durante el tiempo que pasó en Mahanaim.
Ahora tengo ochenta años de edad, y ya no puedo disfrutar de nada. La comida y el vino ya no tienen sabor, tampoco puedo oÃr las voces de los cantantes. SerÃa nada más una carga para mi señor el rey.
¡Tan solo cruzar el rÃo Jordán con el rey es todo el honor que necesito!
Pero todos los hombres de Israel se quejaron con el rey:—Los hombres de Judá se adueñaron del rey y no nos dieron el honor de ayudarlo a usted ni a los de su casa ni a sus hombres a cruzar el Jordán.