—Bueno —le contestó Husai—, esta vez Ahitofel se equivocó.
Tú conoces a tu padre y a sus hombres; son guerreros poderosos. En este momento están tan enfurecidos como una osa a la que le han robado sus cachorros. Y recuerda que tu padre es un hombre de guerra con experiencia. Él no pasará la noche con las tropas.
Seguramente ya está escondido en algún pozo o en alguna cueva. Y cuando salga y ataque, y mueran unos cuantos de tus hombres, entonces habrá pánico entre tus tropas, y se correrá la voz de que están masacrando a los hombres de Absalón.
Y si David llegara a escapar a una ciudad, tú tendrás a todo Israel allà a tu mando. Luego podremos tomar sogas y arrastrar las murallas de la ciudad al valle más cercano, hasta que cada piedra haya sido derribada.
Absalón y todos los hombres de Israel dijeron: «El consejo de Husai es mejor que el de Ahitofel». Pues el Señor habÃa decidido frustrar el consejo de Ahitofel, que en realidad era un plan mejor, ¡para poder traer la calamidad sobre Absalón!
Jonatán y Ahimaas se habÃan quedado en En-rogel para no ser vistos al entrar ni al salir de la ciudad. HabÃan acordado que una sirvienta les llevarÃa el mensaje que ellos debÃan darle al rey David.
Sin embargo, un muchacho los vio en En-rogel, y se lo contó a Absalón, asà que escaparon a toda prisa a Bahurim donde un hombre los escondió dentro de un pozo en su patio.
La esposa del hombre puso una tela sobre la boca del pozo y esparció grano encima para que se secara al sol; por eso nadie sospechó que estaban allÃ.
Luego los dos hombres salieron del pozo y se apresuraron a ir donde estaba el rey David. «¡Rápido —le dijeron—, cruce el Jordán esta misma noche!». Y le contaron cómo Ahitofel habÃa aconsejado que lo capturaran y lo mataran.
Cuando Ahitofel se dio cuenta de que no se habÃa seguido su consejo, ensilló su burro y se fue a su pueblo natal, donde puso sus asuntos en orden y se ahorcó. Murió allà y lo enterraron en la tumba de la familia.
Cuando David llegó a Mahanaim, fue recibido calurosamente por Sobi, hijo de Nahas, que venÃa de Rabá de los amonitas; por Maquir, hijo de Amiel, de Lodebar; y por Barzilai de Galaad, que era de Rogelim.
Ellos trajeron camillas, ollas de cocina, recipientes para servir, trigo y cebada, harina y grano tostado, frijoles, lentejas,