Hamor, el padre de Siquem, fue a hablar del asunto con Jacob.
Mientras tanto, los hijos de Jacob, al enterarse de lo ocurrido, regresaron del campo de inmediato. Quedaron horrorizados y llenos de furia cuando supieron que su hermana habÃa sido violada. Siquem habÃa cometido un acto vergonzoso contra la familia de Jacob, algo que nunca debió haber hecho.
Hamor habló con Jacob y con sus hijos:—Mi hijo Siquem está verdaderamente enamorado de su hija —dijo—. Por favor, permÃtanle casarse con ella.
Pero como Siquem habÃa deshonrado a la hermana de ellos, Dina, los hijos de Jacob respondieron con engaño a Siquem y a Hamor, su padre.
Les dijeron:—De ninguna manera podemos permitirlo, porque tú no has sido circuncidado. ¡SerÃa una vergüenza para nuestra hermana casarse con un hombre como tú!
Pero hay una solución. Si todos los varones entre ustedes se circuncidan, como lo hicimos nosotros,
entonces les entregaremos a nuestras hijas y tomaremos a las hijas de ustedes para nosotros. Viviremos entre ustedes y seremos un solo pueblo;
pero si no aceptan circuncidarse, tomaremos a nuestra hermana y nos marcharemos.
Hamor y su hijo Siquem aceptaron la propuesta.
Siquem no demoró en cumplir con el requisito, porque deseaba con desesperación a la hija de Jacob. Siquem era un miembro muy respetado de su familia,
y acompañó a su padre, Hamor, a presentar la propuesta a los lÃderes que estaban a las puertas de la ciudad.
Pero ellos aceptarán quedarse aquà y formar un solo pueblo con nosotros únicamente si nuestros hombres se circuncidan, como lo hicieron ellos.
Además, si nosotros lo hacemos, todos sus animales y sus posesiones con el tiempo serán nuestros. Vamos, aceptemos sus condiciones y dejemos que se establezcan entre nosotros».
Todos los hombres del consejo estuvieron de acuerdo con Hamor y Siquem, y todos los varones de la ciudad fueron circuncidados.
Mientras tanto, los demás hijos de Jacob llegaron a la ciudad. Al encontrar masacrados a los hombres, saquearon la ciudad, porque allà habÃan deshonrado a su hermana.
Se apoderaron de todos los rebaños, las manadas y los burros; se llevaron todo lo que pudieron, tanto de adentro de la ciudad como de los campos.