Entonces Jacob se apresuró y por fin llegó a la tierra del oriente.
A la distancia vio un pozo. Junto al pozo, en campo abierto, habÃa tres rebaños de ovejas y de cabras esperando a que les dieran de beber; pero una pesada piedra tapaba la boca del pozo.
—No podemos dar de beber a los animales hasta que hayan llegado todos los rebaños —contestaron—. Entonces los pastores quitan la piedra de la boca del pozo y damos de beber a todas las ovejas y las cabras.
TodavÃa estaba Jacob hablando con ellos cuando llegó Raquel con los rebaños de su padre, porque ella era pastora.
Ya que Raquel era su prima —la hija de Labán, el hermano de su madre—, y como las ovejas y las cabras eran de su tÃo Labán, Jacob fue al pozo, quitó la piedra que tapaba la boca y dio de beber al rebaño de su tÃo.
Al poco tiempo, volvió a quedar embarazada y dio a luz otro hijo, a quien llamó Simeón, porque dijo: «El Señor oyó que yo no era amada y me ha dado otro hijo».