Un hambre terrible azotó la tierra, como habÃa ocurrido antes en tiempos de Abraham. Asà que Isaac se trasladó a Gerar, donde vivÃa Abimelec, rey de los filisteos.
El Señor se le apareció a Isaac y le dijo: «No desciendas a Egipto, sino haz lo que yo te digo.
—¿Cómo pudiste hacernos semejante cosa? —exclamó Abimelec—. Uno de mis hombres bien podrÃa haber tomado a tu esposa para dormir con ella, y tú nos habrÃas hecho culpables de un gran pecado.
Entonces Abimelec dio esta orden a todo el pueblo: «Cualquiera que toque a este hombre o a su esposa, ¡será ejecutado!».
Cuando Isaac sembró sus cultivos ese año, cosechó cien veces más grano del que habÃa plantado, porque el Señor lo bendijo.
Se hizo muy rico, y su riqueza siguió aumentando.
Adquirió tantos rebaños de ovejas y de cabras, manadas de ganado, y siervos, que los filisteos comenzaron a tenerle envidia.
Asà que los filisteos taparon con tierra todos los pozos de Isaac. Eran los pozos que habÃan cavado los siervos de su padre Abraham.
Por último, Abimelec ordenó a Isaac que se fuera de la región. «Vete a algún otro lugar —le dijo—, porque te has hecho demasiado poderoso para nosotros».
Asà que Isaac se mudó al valle de Gerar y allà armó sus carpas y se estableció.
Luego los hombres de Isaac cavaron otro pozo, pero de nuevo hubo conflicto. Por eso Isaac lo llamó Sitna (que significa «hostilidad»).
Isaac abandonó ese pozo, siguió adelante y cavó otro. Esta vez no hubo ningún conflicto, entonces Isaac llamó a aquel lugar Rejobot (que significa «espacio abierto»), porque dijo: «Al fin el Señor ha creado espacio suficiente para que prosperemos en esta tierra».
—Podemos ver claramente que el Señor está contigo —respondieron ellos—. Por eso queremos hacer un tratado contigo bajo juramento.
Jura que no nos harás daño, ya que nosotros nunca te hemos causado problemas a ti. Siempre te hemos tratado bien, y te despedimos en paz. ¡Y mira ahora cómo el Señor te ha bendecido!
Entonces Isaac preparó un banquete para celebrar el tratado, y comieron y bebieron juntos.
Temprano a la mañana siguiente, cada uno hizo el solemne juramento de no interferir con el otro. Luego Isaac los envió de regreso a su tierra, y ellos se fueron en paz.
Ese mismo dÃa, los siervos de Isaac llegaron y le contaron acerca de un nuevo pozo que habÃan cavado. «¡Hemos encontrado agua!», exclamaron ellos.
Por eso Isaac llamó al pozo Seba (que significa «juramento»). Hasta el dÃa de hoy, la ciudad que surgió allà se llama Beerseba (que significa «pozo del juramento»).
Cuando Esaú tenÃa cuarenta años, se casó con dos mujeres hititas: Judit, hija de Beeri, y Basemat, hija de Elón;
pero las esposas de Esaú amargaron la vida de Isaac y Rebeca.