--Dijo además David--: Vive Jehovah, que Jehovah mismo lo herirá; o le llegará su dÃa, y morirá; o irá a la guerra, y perecerá.
Pero Jehovah me libre de extender mi mano contra el ungido de Jehovah. Ahora pues, por favor, toma la lanza que está a su cabecera y la cantimplora de agua, y vámonos.
David tomó la lanza y la cantimplora de agua de la cabecera de Saúl, y ellos se fueron. No hubo nadie que viese, ni nadie que se diese cuenta, ni nadie que se despertase. Todos dormÃan, porque habÃa caÃdo sobre ellos un profundo sueño de parte de Jehovah.
David pasó al otro lado y se detuvo a lo lejos, sobre la cumbre de la colina. HabÃa una considerable distancia entre ellos.
Ahora pues, no caiga mi sangre en tierra lejos de la presencia de Jehovah, porque el rey de Israel ha salido para buscar una pulga, como quien persigue una perdiz por los montes.
David respondió y dijo: --He aquà la lanza del rey. Pase aquà alguno de los jóvenes y tómela.
Jehovah pague a cada uno según su justicia y su lealtad, porque Jehovah te entregó hoy en mi mano, pero yo no quise extender mi mano contra el ungido de Jehovah.