Pero David volvió a jurar diciendo: --Tu padre sabe claramente que yo he hallado gracia ante tus ojos y pensará: "Que Jonatán no sepa esto, no sea que se entristezca." Ciertamente, ¡vive Jehovah y vive tu alma, que apenas hay un paso entre mà y la muerte!
Y David respondió a Jonatán: --He aquà que mañana es luna nueva, y yo debo sentarme con el rey para comer. Pero tú dejarás que me vaya y me esconda en el campo hasta el atardecer del tercer dÃa.
Pero si yo digo al muchacho: "¡He allÃ, las flechas están más allá de ti!", vete; porque Jehovah te manda.
Y en cuanto a las palabras que tú y yo hemos hablado, he aquà que Jehovah es testigo entre tú y yo para siempre.
David se escondió en el campo. Y cuando llegó la luna nueva, el rey se sentó a la mesa para comer.
Como solÃa, el rey se sentó en su silla, la silla junto a la pared. Jonatán se levantó, y Abner se sentó al lado de Saúl; pero el lugar de David quedó vacÃo.
Aquel dÃa Saúl no dijo nada, pues pensó: "Algo le habrá acontecido, y no está purificado. Seguramente no está purificado."
Y Jonatán volvió a gritar tras el muchacho: --¡Date prisa, apresúrate, no te detengas! El muchacho de Jonatán recogió las flechas y volvió a su señor.
Pero el muchacho no entendió nada; solamente Jonatán y David entendÃan el asunto.
Cuando el muchacho se fue, David se levantó del lado del sur y se inclinó tres veces postrándose en tierra. Luego, besándose el uno al otro, lloraron juntos; aunque David lloró más.
Entonces Jonatán dijo a David: --Vete en paz, porque ambos hemos jurado en el nombre de Jehovah, diciendo: "Jehovah sea testigo entre tú y yo, y entre mis descendientes y tus descendientes, para siempre." David se levantó y se fue, y Jonatán regresó a la ciudad.