Saúl y ellos, con todos los hombres de Israel, están en el valle de Ela, combatiendo contra los filisteos.
David se levantó muy de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, tomó las cosas y se fue, como Isaà le habÃa mandado. Llegó al cÃrculo del campamento cuando las fuerzas disponÃan la batalla y daban el grito de guerra.
Fuese león o fuese oso, tu siervo lo mataba. Ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha desafiado a los escuadrones del Dios viviente.
Entonces tomó su cayado en su mano y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en la bolsa pastoril, en el zurrón que llevaba. Y con su honda en su mano, se fue hacia el filisteo.
El filisteo venÃa acercándose a David, precedido de su escudero.
Cuando el filisteo miró y vio a David, lo tuvo en poco, porque era un joven de tez sonrosada y de hermoso semblante.
Y el filisteo preguntó a David: --¿Acaso soy yo un perro para que vengas contra mà con palos? El filisteo maldijo a David por sus dioses.
Entonces los hombres de Israel y de Judá se levantaron gritando, y persiguieron a los filisteos hasta la entrada de Gat, y hasta las puertas de Ecrón. Los cadáveres de los filisteos yacÃan por el camino de Saraim hasta Gat y Ecrón.
Cuando los hijos de Israel volvieron de perseguir a los filisteos, les saquearon su campamento.