Porque este Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios AltÃsimo, salió al encuentro de Abraham que volvÃa de derrotar a los reyes, y le bendijo.
Sin padre ni madre ni genealogÃa, no tiene principio de dÃas ni fin de vida; y en esto se asemeja al Hijo de Dios, en que permanece sacerdote para siempre.
Mirad, pues, cuán grande fue aquel a quien aun el patriarca Abraham le dio los diezmos del botÃn.