Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros un corazón malo de incredulidad que os aparte del Dios vivo.
Más bien, exhortaos los unos a los otros cada dÃa, mientras aún se dice: "Hoy", para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.
Porque hemos llegado a ser participantes de Cristo, si de veras retenemos el principio de nuestra confianza hasta el fin,
entre tanto se dice: Si oÃs hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación.