queriendo ser maestros de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman con tanta seguridad.
Sabemos, sin embargo, que la ley es buena, si uno la usa legÃtimamente.
Y conocemos esto: que la ley no ha sido puesta para el justo, sino para los rebeldes e insubordinados, para los impÃos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas,
para los fornicarios, para los homosexuales, para los secuestradores, para los mentirosos, para los perjuros, y para cuanto haya contrario a la sana doctrina,
según el evangelio de la gloria del Dios bendito, que me ha sido encomendado.
Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel al ponerme en el ministerio,
a pesar de que antes fui blasfemo, perseguidor e insolente. Sin embargo, recibà misericordia porque, siendo ignorante, lo hice en incredulidad.
Pero la gracia de nuestro Señor fue más que abundante con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús.
Fiel es esta palabra y digna de toda aceptación: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.