"Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos y veas caballos y carros, un pueblo más numeroso que tú, no tengas temor de ellos, porque contigo está Jehovah tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto.
"Los oficiales volverán a hablar al pueblo y dirán: '¿Hay alguien que sea miedoso y de corazón pusilánime? ¡Que se vaya y regrese a su casa! No sea que haga desfallecer el corazón de sus compañeros, como ocurre con su propio corazón.'
"Cuando te acerques a una ciudad para combatir contra ella, le propondrás la paz.
Si te responde con paz y te abre sus puertas, toda la gente que se halla en ella te rendirá tributo laboral, y ellos te servirán.
Pero si no hace la paz contigo, sino que te hace la guerra, entonces la sitiarás.
Cuando Jehovah tu Dios la entregue en tu mano, matarás a filo de espada a todos sus varones.
Solamente las mujeres, los niños, los animales y todo lo que haya en la ciudad, todo su botÃn, podrás tomar para ti y comer del botÃn de tus enemigos que Jehovah tu Dios te entregó.
"Cuando sities mucho tiempo alguna ciudad para combatir contra ella, a fin de tomarla, no destruyas su arboleda alzando en ella el hacha, porque de ella podrás comer. No la cortarás; pues, ¿acaso los árboles del campo son hombres para que vengan ante ti con asedio?
Pero podrás destruir y talar el árbol que sabes que no es para comer, con el propósito de construir obras de asedio contra la ciudad que combate contigo, hasta que se rinda.