Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza.
VestÃos de toda la armadura de Dios, para que podáis hacer frente a las intrigas del diablo;
porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra espÃritus de maldad en los lugares celestiales.