Si yo hablo en lenguas de hombres y de ángeles, pero no tengo amor, vengo a ser como bronce que resuena o un cÃmbalo que retiñe.
Si tengo profecÃa y entiendo todos los misterios y todo conocimiento; y si tengo toda la fe, de tal manera que traslade los montes, pero no tengo amor, nada soy.
Si reparto todos mis bienes, y si entrego mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve.
El amor tiene paciencia y es bondadoso. El amor no es celoso. El amor no es ostentoso, ni se hace arrogante.
No es indecoroso, ni busca lo suyo propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal.
No se goza de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca deja de ser. Pero las profecÃas se acabarán, cesarán las lenguas, y se acabará el conocimiento.
Porque conocemos sólo en parte y en parte profetizamos;
pero cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es en parte será abolido.