En aquellos dÃas, como crecÃa el número de los discÃpulos, se suscitó una murmuración de parte de los helenistas contra los hebreos, de que sus viudas eran desatendidas en la distribución diaria.
Asà que, los doce convocaron a la multitud de los discÃpulos y dijeron: --No conviene que nosotros descuidemos la palabra de Dios para servir a las mesas.
Escoged, pues, hermanos, de entre vosotros a siete hombres que sean de buen testimonio, llenos del EspÃritu y de sabidurÃa, a quienes pondremos sobre esta tarea.
Y nosotros continuaremos en la oración y en el ministerio de la palabra.
Esteban, lleno de gracia y de poder, hacÃa grandes prodigios y milagros en el pueblo.
Y se levantaron algunos de la sinagoga llamada de los Libertos, de los cireneos y los alejandrinos, y de los de Cilicia y de Asia, discutiendo con Esteban.
Y no podÃan resistir la sabidurÃa y el espÃritu con que hablaba.