Estaba allà el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era como la hora sexta.
Vino una mujer de Samaria para sacar agua, y Jesús le dijo: --Dame de beber.
Pues los discÃpulos habÃan ido a la ciudad a comprar de comer.
Entonces la mujer samaritana le dijo: --¿Cómo es que tú, siendo judÃo, me pides de beber a mÃ, siendo yo una mujer samaritana? --porque los judÃos no se tratan con los samaritanos--.
Entonces sus discÃpulos se decÃan el uno al otro: --¿Acaso alguien le habrá traÃdo algo de comer?
Jesús les dijo: --Mi comida es que yo haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra.
¿No decÃs vosotros: "TodavÃa faltan cuatro meses para que llegue la siega"? He aquà os digo: ¡Alzad vuestros ojos y mirad los campos, que ya están blancos para la siega!
El que siega recibe salario y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra y el que siega se gocen juntos.
Porque en esto es verdadero el dicho: "Uno es el que siembra, y otro es el que siega."
Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea donde habÃa convertido el agua en vino. HabÃa un oficial del rey cuyo hijo estaba enfermo en Capernaúm.