Likewise the Spirit also helpeth our infirmities: for we know not what we should pray for as we ought: but the Spirit itself maketh intercession for us with groanings which cannot be uttered.
pues Jesús todavÃa no habÃa llegado a la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le habÃa encontrado.
Entonces, los judÃos que estaban en la casa con ella y la consolaban, cuando vieron que MarÃa se levantó de prisa y salió, la siguieron, porque pensaban que iba al sepulcro a llorar allÃ.
Jesús, conmovido otra vez dentro de sÃ, fue al sepulcro. Era una cueva y tenÃa puesta una piedra contra la entrada.
Jesús dijo: --Quitad la piedra. Marta, la hermana del que habÃa muerto, le dijo: --Señor, hiede ya, porque tiene cuatro dÃas.
Jesús le dijo: --¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?
Luego quitaron la piedra, y Jesús alzó los ojos arriba y dijo: --Padre, te doy gracias porque me oÃste.
Yo sabÃa que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la gente que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
Habiendo dicho esto, llamó a gran voz: --¡Lázaro, ven fuera!
Y el que habÃa estado muerto salió, atados los pies y las manos con vendas y su cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: --Desatadle y dejadle ir.
Por lo tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judÃos, sino que se fue de allà a la región que está junto al desierto, a una ciudad que se llama EfraÃn; y estaba allà con sus discÃpulos.