"Bienaventurados sois cuando los hombres os aborrecen, cuando os apartan de sà y os vituperan, y desechan vuestro nombre como si fuera malo, por causa del Hijo del Hombre.
Gozaos en aquel dÃa y saltad de alegrÃa, porque he aquà vuestro galardón es grande en el cielo; pues asà hacÃan sus padres a los profetas.
"Pero ¡ay de vosotros los ricos! Porque estáis recibiendo vuestro consuelo.
Dad, y se os dará; medida buena, apretada, sacudida y rebosante se os dará en vuestro regazo. Porque con la medida con que medÃs, se os volverá a medir."
Entonces les dijo una parábola: "¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?
El discÃpulo no es superior a su maestro, pero cualquiera que es plenamente instruido será como su maestro.
¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Hermano, deja que yo saque la brizna de tu ojo', sin que mires la viga que está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás bien para sacar la brizna que está en el ojo de tu hermano.
"No es buen árbol el que da malos frutos, ni es árbol malo el que da buen fruto.
Porque cada árbol es conocido por su fruto; pues no se recogen higos de los espinos, ni tampoco se vendimian uvas de una zarza.
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón, presenta lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón, presenta lo malo. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Es semejante a un hombre que al edificar una casa cavó profundo y puso los cimientos sobre la roca. Y cuando vino una inundación, el torrente golpeó con Ãmpetu contra aquella casa, y no la pudo mover, porque habÃa sido bien construida.
Pero el que oye y no hace es semejante a un hombre que edificó su casa sobre tierra, sin cimientos. El torrente golpeó con Ãmpetu contra ella; en seguida cayó, y fue grande la ruina de aquella casa."