Pues los fariseos y todos los judÃos, si no se lavan las manos hasta la muñeca, no comen, porque se aferran a la tradición de los ancianos.
Cuando vuelven del mercado, si no se lavan, no comen. Y hay muchas otras cosas que aceptaron para guardar, como los lavamientos de las copas, de los jarros y de los utensilios de bronce y de los divanes.
Y les respondió diciendo: --Bien profetizó IsaÃas acerca de vosotros, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra de labios, pero su corazón está lejos de mÃ.
Y en vano me rinden culto, enseñando como doctrina los mandamientos de hombres.
Porque dejando los mandamientos de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.
Pero vosotros decÃs que si alguien dice a su padre o madre: "Aquello con que hubieras sido beneficiado de parte mÃa es Corbán" --es decir, una ofrenda a Dios--,
ya no le permitÃs hacer nada por su padre o su madre.
Porque no entra en su corazón sino en su estómago, y sale a la letrina. Asà declaró limpias todas las comidas.
Y decÃa: --Lo que del hombre sale, eso contamina al hombre.
Porque desde adentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, las inmoralidades sexuales, los robos, los homicidios,
los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la sensualidad, la envidia, la blasfemia, la insolencia y la insensatez.
Todas estas maldades salen de adentro y contaminan al hombre.
Y levantándose, partió de allà para los territorios de Tiro y de Sidón. Y entró en una casa y no querÃa que nadie lo supiese, pero no pudo esconderse.