Al dÃa siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre.
Y viendo desde lejos una higuera que tenÃa hojas, se acercó para ver si hallara en ella algo. Cuando vino a ella, no encontró nada sino hojas, porque no era tiempo de higos.
Entonces Jesús dijo a la higuera: "¡Nunca jamás coma nadie de tu fruto!" Y lo oyeron sus discÃpulos.
Lo oyeron los principales sacerdotes y los escribas, y buscaban cómo matarle; porque le tenÃan miedo, pues todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina.
Y al llegar la noche, Jesús y los suyos salieron de la ciudad.
Por la mañana, pasando por allà vieron que la higuera se habÃa secado desde las raÃces.
Entonces Pedro, acordándose, le dijo: --RabÃ, he aquà la higuera que maldijiste se ha secado.
Respondiendo Jesús les dijo: --Tened fe en Dios.
De cierto os digo que cualquiera que diga a este monte: "QuÃtate y arrójate al mar", y que no dude en su corazón, sino que crea que será hecho lo que dice, le será hecho.