Pero ¡bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oÃdos, porque oyen!
Porque de cierto os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oÃr lo que oÃs y no lo oyeron.
Vosotros, pues, oÃd la parábola del sembrador.
Cuando alguien oye la palabra del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Éste es el que fue sembrado junto al camino.
Y el que fue sembrado en pedregales es el que oye la palabra y en seguida la recibe con gozo;
pero no tiene raÃz en sÃ, sino que es de poca duración, y cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, en seguida tropieza.
Les presentó otra parábola diciendo: "El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo.
Ésta es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando crece, es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas."
Les dijo otra parábola: "El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo quedó leudado."
Todo esto habló Jesús en parábolas a las multitudes y sin parábolas no les hablaba,
El campo es el mundo. La buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno.
El enemigo que la sembró es el diablo. La siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
De manera que como la cizaña es recogida y quemada en el fuego, asà será el fin del mundo.
El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que causan tropiezos y a los que hacen maldad,
y los echarán en el horno de fuego. Allà habrá llanto y crujir de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oÃdos, que oiga.
El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que un hombre descubrió y luego escondió. Y con regocijo va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
Además, el reino de los cielos es semejante a un comerciante que buscaba perlas finas.
Y habiendo encontrado una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenÃa, y la compró.
Asimismo, el reino de los cielos es semejante a una red que fue echada en el mar y juntó toda clase de peces.
Cuando estuvo llena, la sacaron a la playa. Y sentados recogieron lo bueno en cestas y echaron fuera lo malo.
Asà será el fin del mundo: Saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos,
y los echarán en el horno de fuego. Allà habrá llanto y crujir de dientes.
Él les dijo: --Por eso, todo escriba instruido en el reino de los cielos es semejante a un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.
Aconteció que cuando Jesús terminó estas parábolas, partió de allÃ.