Entonces llamó a sus doce discÃpulos y les dio autoridad sobre los espÃritus inmundos para echarlos fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
"El discÃpulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.
Bástale al discÃpulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia le llamaron Beelzebul, ¡cuánto más lo harán a los de su casa!
"Asà que, no les temáis. Porque no hay nada encubierto que no será revelado, ni oculto que no será conocido.
Lo que os digo en privado, decidlo en público; y lo que oÃs al oÃdo, proclamadlo desde las azoteas.
No temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar al alma. Más bien, temed a aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno.
¿Acaso no se venden dos pajaritos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el consentimiento de vuestro Padre.
Porque yo he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra.
Y los enemigos de un hombre serán los de su propia casa.
"El que ama a padre o a madre más que a mà no es digno de mÃ, y el que ama a hijo o a hija más que a mà no es digno de mÃ.
El que no toma su cruz y sigue en pos de mà no es digno de mÃ.
El que halla su vida la perderá, y el que pierde su vida por mi causa la hallará.
"El que os recibe a vosotros a mà me recibe, y el que me recibe a mà recibe al que me envió.
El que recibe a un profeta porque es profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, recibirá recompensa de justo.
Cualquiera que da a uno de estos pequeñitos un vaso de agua frÃa solamente porque es mi discÃpulo, de cierto os digo que jamás perderá su recompensa."