Hemos pecado; hemos hecho iniquidad; hemos actuado impÃamente; hemos sido rebeldes y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus decretos.
No hemos obedecido a tus siervos los profetas que en tu nombre han hablado a nuestros reyes, a nuestros gobernantes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.
Por tanto, Jehovah ha tenido presente el hacer este mal y lo ha traÃdo sobre nosotros. Porque Jehovah nuestro Dios es justo en todas las obras que ha hecho; sin embargo, no hemos obedecido su voz.
"Ahora pues, oh Señor Dios nuestro--que con mano poderosa sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto y te hiciste de renombre, como en este dÃa--, hemos pecado; hemos actuado impÃamente.
Ahora pues, oh Dios nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus ruegos, y por amor de ti mismo, oh Señor, haz que resplandezca tu rostro sobre tu santuario desolado.
Inclina, oh Dios mÃo, tu oÃdo y escucha; abre tus ojos y mira nuestros lugares desolados y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre. Porque no estamos presentando nuestros ruegos delante de ti, confiados en nuestras obras de justicia, sino en tu gran misericordia.
Escucha, oh Señor. Perdona, oh Señor. Atiende y actúa, oh Señor. Por amor de ti mismo no pongas dilación, oh Dios mÃo; porque tu ciudad y tu pueblo son llamados por tu nombre."
Aún estaba yo hablando y orando--confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo Israel, presentando mi ruego delante de Jehovah mi Dios por el santo monte de mi Dios--;
aún estaba hablando en oración, cuando Gabriel, el hombre al cual yo habÃa visto en visión al principio, voló rápidamente y me tocó, como a la hora del sacrificio del atardecer.
Vino y habló conmigo diciendo: "Daniel, ahora he venido para iluminar tu entendimiento.
Al principio de tus ruegos salió la palabra, y yo he venido para declarártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la palabra y comprende la visión:
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar con la transgresión, para acabar con el pecado, para expiar la iniquidad, para traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecÃa, y para ungir el lugar santÃsimo.