Bebieron vino y alabaron a los dioses de oro, de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.
En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, y escribÃan delante del candelabro, sobre el yeso de la pared del palacio real. Y el rey veÃa la mano que escribÃa.
Entonces el rey se puso pálido, y sus pensamientos le turbaron. Se desencajaron las articulaciones de sus caderas, y sus rodillas se chocaban la una contra la otra.
El rey gritó con gran voz que trajesen a los encantadores, a los caldeos y a los adivinos. El rey habló a los sabios de Babilonia y dijo: --Cualquier hombre que lea esta escritura y me declare su interpretación será vestido de púrpura, tendrá un collar de oro en su cuello y gobernará como el tercero en el reino.
Acudieron todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la escritura ni dar a conocer al rey su interpretación.
Entonces el rey Belsasar se turbó muchÃsimo y se puso pálido. Sus nobles estaban desconcertados.
Debido a las palabras del rey y de sus nobles, entró la reina a la sala del banquete. Y la reina habló y dijo: --¡Oh rey, para siempre vivas! No te turben tus pensamientos ni te pongas pálido.
Entonces Daniel fue llevado a la presencia del rey, y el rey dijo a Daniel: --¿Eres tú aquel Daniel, uno de los cautivos de Judá, que el rey mi padre trajo de Judá?
He oÃdo de ti, que el espÃritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se ha hallado luz, entendimiento y mayor sabidurÃa.
Ahora han sido traÃdos a mi presencia los sabios y los encantadores, para que leyeran esta escritura y me dieran a conocer su interpretación; pero no han podido declarar la interpretación del asunto.
Yo, pues, he oÃdo de ti, que puedes interpretar sueños y resolver problemas. Si ahora puedes leer esta escritura y me das a conocer su interpretación, serás vestido de púrpura, tendrás un collar de oro en tu cuello y gobernarás como tercero en el reino.