And Joshua said unto them, Fear not, nor be dismayed, be strong and of good courage: for thus shall the LORD do to all your enemies against whom ye fight.
¡Cómo se ha empañado el oro! ¡Cómo se ha alterado el buen oro! Las piedras del santuario están esparcidas por los cruces de todas las calles.
Los apreciados hijos de Sion, que eran estimados en oro fino, ¡cómo son tenidos ahora como vasijas de barro, obra de manos de alfarero!
Hasta los chacales dan la teta y amamantan a sus cachorros, pero la hija de mi pueblo se ha vuelto cruel, como los avestruces del desierto.
Se pega a su paladar la lengua del niño de pecho, a causa de la sed. Los pequeñitos piden pan, y no hay quien se lo reparta.
Los que comÃan delicados manjares han quedado desolados en las calles. Los que fueron criados con carmesà han abrazado la basura.
Es mayor la iniquidad de la hija de mi pueblo que el pecado de Sodoma, que fue trastornada en un momento sin que pusieran manos sobre ella.
Eran más limpios sus prÃncipes que la nieve, más blancos que la leche. Sus mejillas eran sonrosadas, más que las perlas. Su talle era como el zafiro.
Más oscuros que el hollÃn están ahora sus semblantes; no los reconocen por las calles. Su piel está encogida sobre sus huesos, reseca como un palo.
La presencia de Jehovah los ha dispersado; no los volverá a mirar. De la persona de los sacerdotes no tuvieron respeto; ni a los ancianos mostraron consideración.
TodavÃa se consumen nuestros ojos tras la vana espera de nuestro socorro. Desde nuestro mirador miramos hacia una nación que no puede salvar.
Más veloces que las águilas del cielo fueron nuestros perseguidores. Sobre las montañas nos persiguieron febrilmente; en el desierto nos pusieron emboscadas.
El aliento de nuestra vida, el ungido de Jehovah, ha sido atrapado en sus fosas; aquel de quien habÃamos dicho: "A su sombra viviremos entre las naciones."