JeremÃas dijo: Vino a mà la palabra de Jehovah, diciendo:
"He aquà que Hanameel, hijo de tu tÃo Salum, viene a ti para decir: 'Compra mi campo que está en Anatot, porque tuyo es el derecho de redención para adquirirlo.'"
Y vino a mà Hanameel, hijo de mi tÃo, al patio de la guardia, conforme a la palabra de Jehovah, y me dijo: "Compra, por favor, mi campo que está en Anatot, en tierra de BenjamÃn; porque tuyo es el derecho de posesión, y a ti te corresponde la redención. Cómpralo para ti." Entonces comprendà que habÃa sido palabra de Jehovah;
Grande eres en designios y magnÃfico en hechos, pues tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos del hombre, para dar a cada uno según sus caminos y según el fruto de sus obras.
Has hecho señales y prodigios en la tierra de Egipto, y hasta este dÃa en Israel y entre todos los hombres. Asà te has hecho de renombre, como en este dÃa.
Sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto, con señales y prodigios, con mano poderosa, con brazo extendido y con gran terror.
Y les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darÃas: una tierra que fluye leche y miel.
Ellos entraron y tomaron posesión de ella; pero no escucharon tu voz, ni anduvieron en tu ley, ni hicieron nada de lo que les mandaste hacer. Por eso has hecho que les ocurriera todo este mal.
"He aquà que los terraplenes ya han alcanzado hasta la ciudad para tomarla. La ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que combaten contra ella, a causa de la espada, del hambre y de la peste. Ha llegado a suceder lo que dijiste; y he aquÃ, tú lo estás viendo.
Sin embargo, oh Señor Jehovah, aun cuando la ciudad es entregada en mano de los caldeos, tú me dices: 'Cómprate el campo por dinero y convoca testigos.'"
Entonces vino la palabra de Jehovah a JeremÃas, diciendo:
"He aquà que yo soy Jehovah, Dios de todo mortal. ¿Habrá alguna cosa difÃcil para mÃ?
Vendrán los caldeos que combaten contra esta ciudad, le prenderán fuego y la incendiarán; asimismo, a las casas sobre cuyas azoteas quemaban incienso a Baal y derramaban libaciones a otros dioses, provocándome a ira.
Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho desde su juventud sino lo malo ante mis ojos. Porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehovah.
Ahora pues, asà ha dicho Jehovah Dios de Israel: "Con todo, en cuanto a esta ciudad de la cual decÃs: 'En mano del rey de Babilonia será entregada por la espada, por el hambre y por la peste',