Él es el que los condujo por los abismos, como a un caballo en el desierto, sin que tropezaran.
El EspÃritu de Jehovah les dio reposo, como al ganado que desciende al valle. Asà condujiste a tu pueblo, conquistando para ti un nombre glorioso.
Mira desde el cielo y contempla desde la excelsa morada de tu santidad y de tu gloria: ¿Dónde están tu celo y tu poderÃo? La conmoción de tu corazón y tu compasión me han sido retenidas.
Pero tú eres nuestro Padre; aunque Abraham no nos conozca e Israel no nos reconozca, tú, oh Jehovah, eres nuestro Padre. Desde la eternidad tu nombre es Redentor Nuestro.