¡Ay de ti, que destruyes, y nunca fuiste destruido; que traicionas, y a ti no te han traicionado! Cuando acabes de destruir, tú serás destruido; y cuando acabes de traicionar, te traicionarán.
Los caminos nos han quedado desolados; los caminantes han dejado de pasar. Él ha violado la alianza y ha rechazado a los testigos. No ha tenido respeto a los hombres.
La tierra se ha secado y languidece. El LÃbano se ha avergonzado y se ha marchitado. Sarón se ha convertido en Arabá; Basán y el Carmelo se han sacudido.
El que camina en justicia y habla con rectitud, el que aborrece el lucro de la opresión, el que sacude sus manos para no recibir soborno, el que tapa sus oÃdos para no oÃr de hechos de sangre, el que cierra sus ojos para no ver la iniquidad,
Tus ojos verán al Rey en su hermosura; verán una tierra que se extiende a la distancia.
Tu corazón reflexionará acerca del horror y dirá: "¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que pesaba el tributo? ¿Dónde está el que pasaba revista a las torres?"
Pero no verás más a aquel pueblo insolente, aquel pueblo de lengua difÃcil de entender, que balbucea una lengua incomprensible.
Tus cuerdas se han aflojado; no pueden sostener el soporte de su mástil ni desplegar la vela. Pero entonces repartirán la presa, un cuantioso botÃn, y hasta los cojos arrebatarán la presa.
Ningún morador dirá: "Estoy enfermo." Al pueblo que habite en ella le será perdonada su iniquidad.