¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda! Buscan apoyo en los caballos; confÃan en los carros de guerra, por ser numerosos; y en los jinetes, por ser muy poderosos. Pero no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehovah.
Los egipcios son hombres, no dioses. Sus caballos son carne, no espÃritu. De manera que cuando Jehovah extienda su mano, tropezará el que da la ayuda, y caerá el que la recibe. Todos ellos serán exterminados juntos.
Porque en aquel dÃa el hombre repudiará sus Ãdolos de plata y sus Ãdolos de oro que para vosotros han hecho vuestras manos pecadoras.
Entonces Asiria caerá a espada, pero no de hombre. Lo consumirá la espada, pero no de ser humano. Él huirá de la presencia de la espada, y sus jóvenes serán sometidos a trabajo forzado.