Tu ombligo es como una copa redonda a la que no le falta el vino aromático. Tu vientre es como un montón de trigo rodeado de lirios.
Tus dos pechos son como dos venaditos, mellizos de gacela.
Tu cuello es como torre de marfil. Tus ojos son como los estanques en Hesbón, en la puerta de Bat-rabim. Tu nariz es como la torre del LÃbano, que mira hacia Damasco.
Tu cabeza es como el Carmelo, y tu cabellera es como púrpura real aprisionada en trenzas.
Las mandrágoras ya despiden su fragancia, y a nuestras puertas hay toda clase de frutas selectas: tanto frescas como secas que he guardado para ti, oh amado mÃo.