Puesto que la bondadosa mano de nuestro Dios estaba con nosotros, ellos nos trajeron un hombre entendido de los descendientes de Majli hijo de LevÃ, hijo de Israel, es decir, a SerebÃas, que con sus hijos y sus hermanos eran 18 personas.
De los servidores del templo, a quienes David y los magistrados habÃan puesto para el servicio de los levitas, consiguieron 220 servidores del templo, todos los cuales fueron inscritos por nombre.
Pues tuve vergüenza de pedir al rey una tropa de soldados y jinetes que nos defendiesen del enemigo en el camino, porque habÃamos hablado al rey diciendo: "La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan, pero su poder y su furor están sobre todos los que le abandonan."
Además, habÃa veinte tazones de oro, de 1.000 dracmas, y dos vasos de bronce bruñido muy bueno, apreciados como de oro.
Entonces les dije: "Vosotros estáis consagrados a Jehovah, y los utensilios son sagrados. La plata y el oro son una ofrenda voluntaria para Jehovah, Dios de vuestros padres.
En aquella ocasión todo fue contado y pesado, y se registró el peso total.
Al llegar del cautiverio, los que habÃan estado cautivos ofrecieron holocaustos al Dios de Israel: 12 toros por todo Israel, 96 carneros, 77 corderos, 12 machos cabrÃos para sacrificio por el pecado; todo ello como holocausto a Jehovah.
Luego entregaron los decretos del rey a los sátrapas del rey y a los gobernadores de Más Allá del RÃo, los cuales prestaron apoyo al pueblo y a la casa de Dios.