Entonces toda la congregación hizo un convenio con el rey en la casa de Dios, y Joyada les dijo: --He aquà el hijo del rey, el cual reinará, como Jehovah ha prometido acerca de los hijos de David.
Otra tercera parte estará en la casa del rey, y la otra tercera parte estará en la puerta del Cimiento. Todo el pueblo estará en los atrios de la casa de Jehovah,
pero nadie entrará en la casa de Jehovah, excepto los sacerdotes y los levitas que sirven. Éstos podrán entrar, porque están consagrados; y todo el pueblo guardará la ordenanza de Jehovah.
Los levitas y todo Judá hicieron conforme a todo lo que habÃa mandado el sacerdote Joyada. Tomaron cada uno a sus hombres, a los que habÃan de entrar el sábado y a los que habÃan de salir el sábado, porque el sacerdote Joyada no dio licencia a los grupos.
El sacerdote Joyada dio a los jefes de centenas las lanzas y los escudos pequeños y grandes que habÃan sido del rey David, y que estaban en la casa de Dios.
Luego puso a toda la gente en su lugar, cada uno con su lanza en la mano, desde el lado sur del templo hasta el lado norte del templo, entre el altar y el templo, alrededor del rey.
Luego sacaron al hijo del rey, le pusieron la corona, le dieron el testimonio y le proclamaron rey. Joyada y sus hijos lo ungieron diciendo: --¡Viva el rey!
Cuando AtalÃa oyó el bullicio de la gente que corrÃa y loaba al rey, se acercó a la gente en la casa de Jehovah.
Y cuando miró, he aquà que el rey estaba de pie junto a su columna, a la entrada. Los magistrados y los que tocaban las trompetas estaban junto al rey. Todo el pueblo de la tierra se regocijaba y tocaba las trompetas, y los cantores dirigÃan la alabanza con instrumentos musicales. Entonces AtalÃa rasgó sus vestidos y gritó: --¡Conspiración! ¡Conspiración!