Entonces una mujer, que fuera esposa de uno de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo diciendo: --Tu siervo, mi marido, ha muerto. Tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehovah, pero el acreedor ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos suyos.
Y sucedió que cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: --Tráeme otra vasija. Y le respondió: --No hay más vasijas. Entonces el aceite cesó.
Luego ella fue y se lo contó al hombre de Dios, quien dijo: --Anda, vende el aceite y paga tu deuda, y tú y tus hijos vivid de lo que quede.
Ella se marchó y llegó a donde estaba el hombre de Dios, en el monte Carmelo. Y sucedió que cuando el hombre de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Guejazi: --He allà la sunamita.
Ahora, por favor, corre a su encuentro y pregúntale: "¿Te va bien? ¿Le va bien a tu marido? ¿Le va bien a tu hijo?" Y ella respondió: --Bien.
Luego lo sirvieron para que comieran los hombres. Pero sucedió que cuando comÃan del guiso, ellos gritaron diciendo: --¡Oh hombre de Dios, hay muerte en la olla! Y no lo pudieron comer.
Entonces Eliseo dijo: --Traed harina. La esparció en la olla y dijo: --Sirve a la gente para que coman. Y ya no hubo nada malo en la olla.
Entonces vino un hombre de Baal-salisa, trayendo en su alforja alimentos de primicias para el hombre de Dios: veinte panes de cebada y espigas de grano nuevo. Y Eliseo dijo: --Da a la gente para que coma.