Entonces le dio EzequÃas toda la plata que se hallaba en la casa de Jehovah y en los tesoros de la casa del rey.
En aquel tiempo EzequÃas desmanteló las puertas del templo de Jehovah y sus marcos, que el mismo EzequÃas, rey de Judá, habÃa recubierto de oro, y se los dio al rey de Asiria.
Luego llamaron al rey, y salieron hacia ellos Eliaquim hijo de HilquÃas, el administrador del palacio; Sebna, el escriba; y Jóaj hijo de Asaf, el cronista.
¿Cómo podrás resistir a un oficial de uno de los más insignificantes servidores de mi señor, confiando en Egipto por carros y jinetes?
Y ahora, ¿acaso he subido contra este lugar para destruirlo sin que haya intervenido Jehovah? Jehovah me ha dicho: "Sube contra esa tierra y destrúyela."
Entonces Eliaquim hijo de HilquÃas, Sebna y Jóaj dijeron al Rabsaces: --Por favor, habla a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos. No hables con nosotros en hebreo, a oÃdos del pueblo que está sobre la muralla.
Tampoco os haga confiar EzequÃas en Jehovah, diciendo: 'Ciertamente Jehovah nos librará, y esta ciudad no será entregada en mano del rey de Asiria.'"
Pero el pueblo calló y no le respondió ni una palabra, porque habÃa una orden del rey que decÃa: "No le respondáis."
Entonces Eliaquim hijo de HilquÃas, el administrador del palacio; Sebna, el escriba; y Jóaj hijo de Asaf, el cronista, fueron a EzequÃas con sus vestiduras rasgadas, y le declararon las palabras del Rabsaces.