Los jefes de centenas hicieron conforme a todo lo que habÃa mandado el sacerdote Joyada. Tomaron cada uno a sus hombres, a los que habÃan de entrar el sábado y a los que habÃan de salir el sábado, y fueron al sacerdote Joyada.
El sacerdote dio a los jefes de centenas las lanzas y los escudos que habÃan sido del rey David, y que estaban en la casa de Jehovah.
Entonces los de la escolta real se apostaron, cada uno con sus armas en su mano, desde el lado sur del templo hasta el lado norte del templo, entre el altar y el templo, alrededor del rey.
Luego Joyada sacó al hijo del rey, le puso la corona y le dio el testimonio; y le proclamaron rey. Lo ungieron y le aplaudieron diciendo: --¡Viva el rey!
Cuando AtalÃa oyó el bullicio de la escolta y de la gente, se acercó a la gente en la casa de Jehovah.
Y cuando miró, he aquà que el rey estaba de pie junto a la columna, según la costumbre. Los magistrados y los que tocaban las trompetas estaban junto al rey. Todo el pueblo de la tierra se regocijaba y tocaba las trompetas. Entonces AtalÃa rasgó sus vestidos y gritó: --¡Conspiración! ¡Conspiración!