Entonces ElÃas el tisbita, que era uno de los moradores de Galaad, dijo a Acab: --¡Vive Jehovah Dios de Israel, a quien sirvo, que no habrá rocÃo ni lluvia en estos años, sino por mi palabra!
Entonces la palabra de Jehovah vino a ElÃas diciendo:
--Levántate, ve a Sarepta de Sidón y habita allÃ. He aquÃ, yo he designado allà a una mujer viuda para que te sustente.
Entonces se levantó y se fue a Sarepta. Cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquà una mujer viuda que estaba allà recogiendo leña. Él la llamó y le dijo: --Por favor, tráeme un poco de agua en un vaso, para que beba.
Ella respondió: --¡Vive Jehovah, tu Dios, que no tengo pan cocido! Solamente tengo un puñado de harina en una tinaja y un poco de aceite en una botella. Y he aquà que estaba recogiendo un par de leños, para entrar y prepararlo para mà y para mi hijo, a fin de que lo comamos y muramos.
Entonces, clamando a Jehovah, dijo: --¡Oh Jehovah, Dios mÃo! ¿Aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciendo morir a su hijo?
Luego se tendió tres veces sobre el niño y clamó a Jehovah diciendo: --¡Oh Jehovah, Dios mÃo, te ruego que el alma de este niño vuelva a su cuerpo!
Jehovah escuchó la voz de ElÃas, y el alma del niño volvió a su cuerpo, y revivió.
ElÃas tomó al niño, lo bajó del altillo a la casa y lo entregó a su madre. Luego ElÃas dijo: --¡Mira, tu hijo está vivo!
Entonces la mujer dijo a ElÃas: --¡Ahora reconozco que tú eres un hombre de Dios y que la palabra de Jehovah es verdad en tu boca!