He aquà que un hombre de Dios llegó de Judá a Betel, por mandato de Jehovah, cuando Jeroboam estaba de pie junto al altar para quemar incienso.
Y clamó contra el altar, por mandato de Jehovah, diciendo: --Altar, altar, asà ha dicho Jehovah: "He aquÃ, a la casa de David le nacerá un hijo que se llamará JosÃas, quien matará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman incienso sobre ti; y sobre ti quemarán huesos de hombres."
Entonces el altar se partió, y la ceniza se desparramó del altar, conforme a la señal que el hombre de Dios habÃa dado por mandato de Jehovah.
Entonces el rey respondió y dijo al hombre de Dios: --Implora, por favor, a Jehovah tu Dios y ora por mÃ, para que mi mano me sea restaurada. El hombre de Dios imploró el favor de Jehovah, y la mano del rey le fue restaurada, y volvió a ser como antes.
fue tras aquel hombre de Dios y le halló sentado debajo de la encina. Le preguntó: --¿Eres tú el hombre de Dios que vino de Judá? Le respondió: --SÃ, yo soy.
Entonces le dijo: --Ven conmigo a casa y come pan.
Y aconteció que estando ellos sentados a la mesa, vino la palabra de Jehovah al profeta que le habÃa hecho volver,
y clamó al hombre de Dios que habÃa venido de Judá, diciendo: --Asà ha dicho Jehovah: "Porque has sido desobediente al dicho de Jehovah y no guardaste el mandamiento que Jehovah tu Dios te habÃa mandado,
Y he aquà que pasaron unos hombres y vieron el cadáver que estaba tendido en el camino y el león que estaba de pie junto al cadáver, y fueron y lo dijeron en la ciudad donde habitaba el profeta anciano.
Cuando se enteró el profeta que le habÃa hecho volver del camino, dijo: --Él es el hombre de Dios que fue desobediente al mandato de Jehovah. Por eso Jehovah le ha entregado al león, que le ha destrozado y matado conforme a la palabra que Jehovah le habÃa dicho.
Entonces habló a sus hijos diciendo: --Aparejadme el asno. Ellos se lo aparejaron.
Y fue y halló el cadáver tendido en el camino, y el asno y el león que estaban junto al cadáver. El león no habÃa devorado el cadáver ni habÃa destrozado al asno.