Entonces dijo al rey: "¡Era verdad lo que habÃa oÃdo en mi tierra de tus cosas y de tu sabidurÃa!
Yo no creÃa las palabras hasta que vine, y mis ojos lo han visto. Y he aquà que no se me habÃa contado ni la mitad. En sabidurÃa y en bienes tú superas la fama que yo habÃa oÃdo.
¡Dichosos tus hombres, dichosos estos servidores tuyos que continuamente están de pie delante de ti y escuchan tu sabidurÃa!
¡Bendito sea Jehovah tu Dios, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel! Por causa del eterno amor que Jehovah tiene por Israel, te ha constituido rey, a fin de que practiques el derecho y la justicia."
Entonces ella dio al rey 120 talentos de oro, una gran cantidad de especias aromáticas y piedras preciosas. Nunca llegó una cantidad tan grande de especias aromáticas como la que la reina de Saba dio al rey Salomón.
Y el rey hizo con la madera de sándalo pilares para la casa de Jehovah y para la casa del rey, además de arpas y liras para los músicos. Nunca llegó semejante madera de sándalo, ni se ha visto hasta el dÃa de hoy.
El rey Salomón dio a la reina de Saba todo lo que ella quiso pedirle, además de lo que le dio conforme a la generosidad real de Salomón. Entonces ella se volvió y regresó a su tierra, con sus servidores.
El peso del oro que le llegaba a Salomón cada año era de 666 talentos de oro,
aparte del de los mercaderes, de los negocios de los comerciantes, de todos los reyes de Arabia y de los gobernadores del paÃs.
El rey Salomón hizo 200 escudos grandes de oro trabajado. En cada escudo empleó 600 siclos de oro.
El trono tenÃa seis gradas, y la parte alta del respaldo era redonda. A ambos lados del asiento tenÃa soportes para los brazos, y junto a los brazos habÃa dos leones de pie.
Porque el rey tenÃa en el mar la flota de Tarsis con la flota de Hiram; y una vez cada tres años venÃa la flota de Tarsis trayendo oro, plata, marfil, monos y pavos reales.
El rey Salomón superaba a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabidurÃa.
Y toda la tierra procuraba estar en la presencia de Salomón para oÃr la sabidurÃa que Dios habÃa puesto en su corazón.
Año tras año cada uno de ellos le llevaba su presente: objetos de plata, objetos de oro, vestiduras, armas, perfumes, caballos y mulos.
Los caballos de Salomón provenÃan de Egipto y de Coa. Los mercaderes del rey los adquirÃan en Coa al contado.
Cada carro que era importado de Egipto costaba 600 siclos de plata; y cada caballo, 150 siclos. Y asà los exportaban por medio de ellos, a todos los reyes de los heteos y a los reyes de Siria.