Tomen el arca del Señor, y pónganla sobre el carro. Pongan en una caja las joyas de oro que hicieron como compensación por la culpa cometida; y dejen que el carro se vaya.
Aquellos hombres lo hicieron asÃ. Tomaron dos vacas que no habÃan llevado yugo y que estaban criando, las uncieron al carro, y encerraron a sus becerros.
Luego pusieron el arca del Señor sobre el carro, y a un lado la caja con los ratones de oro y las figuras de los tumores, como compensación por la culpa cometida, y la dejaron ir.
Y las vacas se dirigieron a Bet Semes; iban andando y bramando, sin apartarse del camino, y los jefes de los filisteos las siguieron hasta el lÃmite de Bet Semes.
Los habitantes de Bet Semes estaban en el valle, segando el trigo, y cuando alzaron los ojos y vieron el arca, se alegraron mucho.
Luego los levitas bajaron el arca del Señor, y la caja que iba junto a ella, donde estaban las joyas de oro, y las pusieron sobre aquella gran piedra. Ese dÃa los habitantes de Bet Semes ofrecieron sacrificios y ofrendas al Señor.
Cuando los cinco jefes de los filisteos vieron todo esto, regresaron a Ecrón el mismo dÃa.
Las figuras de los tumores de oro que los filisteos pagaron como compensación al Señor fueron cinco: una por Asdod, una por Gaza, una por Ascalón, una por Gat, y una por Ecrón.
Pero Dios hizo que los hombres de Bet Semes murieran, porque se atrevieron a mirar dentro del arca del Señor. De todo el pueblo murieron cincuenta mil setenta hombres. Y el pueblo lloró porque el Señor los habÃa castigado con tantas muertes,