Cuando Saúl volvió de luchar contra los filisteos, le dijeron que David se encontraba en el desierto de EngadÃ.
Entonces tomó a tres mil de sus mejores soldados y se fue tras David y sus hombres. Subió por los peñascos de las cabras monteses,
y cuando llegó a un redil de ovejas, donde habÃa una cueva, se metió allà para cubrirse los pies; ¡y David y sus hombres estaban escondidos en un rincón!
Con estas palabras David reprendió a sus hombres, y no les permitió hacerle ningún daño al rey. Y cuando Saúl salió de la cueva, siguió su camino.
Pero David salió detrás del rey y, una vez afuera, gritó de manera que Saúl lo oyera:«¡Mi señor y rey!»Saúl volvió la mirada y vio que David, de rodillas y con el rostro inclinado en actitud de reverencia,