Though I walk in the midst of trouble, thou wilt revive me: thou shalt stretch forth thine hand against the wrath of mine enemies, and thy right hand shall save me.
En su oración, Ana dijo:En ti, Señor, mi corazón se regocija;en tu nombre, mi fuerza es mayor.Ahora puedo burlarme de mis enemigosporque me regocijo en tu salvación.
Nadie es santo como tú, Señor.Fuera de ti, no hay nadie más.No hay mejor refugio que tú, Dios nuestro.
Que nadie se jacte ni sea altanero;que aparte la insolencia de sus labios,porque sólo el Señor es quien lo sabe todo;es el Dios que pondera toda acción.
El Señor da pobreza y riqueza;el Señor nos humilla y nos enaltece.
Al pobre lo levanta de la nada,y saca de la inmundicia al mendigopara sentarlo entre los prÃncipes.Del Señor son las bases de la tierra;sobre ellas ha afirmado el mundo.
El Señor vigila los pasos de sus fieles,pero los impÃos mueren en medio de las tinieblas,Porque nadie triunfa por sus propias fuerzas.
Ante el Señor son derrotados sus enemigos;desde el cielo lanza rayos sobre ellos.El Señor es juez de los confines de la tierra;otorga poder al Rey que escogió,y exalta el poder de su Ungido.
Elcana regresó a su casa en Ramá, y el niño se quedó a servir al Señor bajo la supervisión del sacerdote ElÃ.
Los hijos de Elà eran unos malvados, y no reconocÃan la autoridad del Señor.
Era costumbre entre los sacerdotes y el pueblo que, cuando alguien ofrecÃa un sacrificio, mientras se cocÃa la carne, el criado del sacerdote tomaba un tridente e iba
al perol, la olla, el caldero o la marmita, y sacaba carne para el sacerdote. Asà lo hacÃan con todos los israelitas que acudÃan a Silo.
Además, antes de quemar la grasa, llegaba el criado del sacerdote y le decÃa al que sacrificaba: «El sacerdote quiere carne para asar. No quiere carne cocida, sino cruda.»
Yo escogà a tu padre de entre todas las familias de Israel, para que fuera mi sacerdote y presentara sobre mi altar las ofrendas, y quemara incienso, y llevara el efod delante de mÃ. Además, le di a sus descendientes todas las ofrendas de los hijos de Israel.
Por todo esto, el Señor Dios de Israel te dice: ‘Yo prometà que tu familia y los descendientes de tu padre estarÃan siempre a mi servicio’; pero hoy te digo que esto se acabó, porque yo honro a los que me honran, y humillo a los que me desprecian.
Ya está cerca el dÃa en que tu poder y el de tus descendientes llegará a su fin; ninguno de ellos llegará a viejo.