Cuando Saúl tenÃa ... años y habÃa reinado ya dos años sobre Israel,
escogió a tres mil israelitas; a dos mil los tenÃa en Micmas y en el monte de Betel, y mil estaban con Jonatán en Gabaa de BenjamÃn; al resto del pueblo lo envió de regreso a su casa.
Jonatán atacó la guarnición filistea que estaba en la colina, y los filisteos lo supieron. Entonces Saúl ordenó tocar la trompeta por todo el paÃs para que lo supieran los hebreos.
Y cuando los soldados de Israel se vieron acorralados (porque el pueblo estaba en apuros), se escondieron en cuevas y en fosos, y en peñascos y tras las rocas y en cisternas.
Algunos de los hebreos cruzaron el Jordán en dirección a la tierra de Gad y de Galaad, pero Saúl se quedó todavÃa en Gilgal. Todo el pueblo lo seguÃa, pero iba temblando de miedo.
Saúl esperó allà siete dÃas, de acuerdo con el plazo que Samuel le habÃa fijado, pero como no llegaba, el pueblo empezó a desertar.
Entonces Saúl ordenó: «Que traigan un holocausto y ofrendas de paz», y ofreció el holocausto.
Saúl estaba terminando de ofrecer el holocausto cuando llegó Samuel; Saúl salió a darle la bienvenida,
Pero Samuel le dijo a Saúl:«Lo que has hecho es una locura. No obedeciste lo que el Señor tu Dios te ordenó hacer. Si hubieras obedecido, el Señor habrÃa confirmado para siempre tu reinado sobre Israel.
Y Saúl y Jonatán, su hijo, y todos los que estaban con ellos, se quedaron en Gabaa de BenjamÃn, y los filisteos acamparon en Micmas.
Entonces salieron del campamento filisteo tres escuadrones de espÃas; uno de ellos marchaba por el camino de Ofrá hacia la tierra de Sual,
otro se dirigió a Bet Jorón, y el tercero avanzó en dirección al desierto, hacia la región que está frente al valle de Zeboyin.
Resulta que en todo el territorio israelita no habÃa herreros, porque los filisteos querÃan evitar que los hebreos hicieran espadas o lanzas.
Por esa razón todos los israelitas tenÃan que ir con los filisteos para afilar las rejas de sus arados, su azadón, su hacha o su hoz.
El precio era alto, pues por las rejas de arado y los azadones pagaban casi ocho gramos de plata, y tres gramos más por afilar las hachas o por componer las aguijadas.
Por eso el dÃa de la batalla ninguno de los que estaban con Saúl y Jonatán llevaban espadas ni lanzas; solamente Saúl y Jonatán las tenÃan.
Y la guarnición de los filisteos avanzó hasta el paso de Micmas.