Tomó entonces un par de bueyes, los descuartizó y envió los pedazos por todo el territorio de Israel, con la orden de que los mensajeros dijeran: «Asà haremos con los bueyes de los que no sigan a Saúl y a Samuel.»Fue tal el temor que el Señor infundió en el pueblo, que se unieron como un solo hombre.
Cuando Saúl les pasó revista en Bezec, los israelitas eran trescientos mil, y los de Judá eran treinta mil,
y les dijeron a sus enemigos: «Mañana estaremos aquÃ, para que hagan con nosotros lo que les parezca mejor.»
Pero al dÃa siguiente Saúl distribuyó a los soldados en tres batallones que, antes de que amaneciera, cayeron sobre el campamento y, tomando por sorpresa a los amonitas, los hirieron de muerte hasta bien entrado el dÃa. Los pocos que sobrevivieron se dispersaron, sin que siquiera dos de ellos se vieran juntos.
Entonces el pueblo le dijo a Samuel:«¿Dónde están los que dudaban que Saúl serÃa nuestro rey? ¡Queremos que nos los entreguen, para matarlos!»
Pero Saúl dijo:«Nadie va a morir hoy, porque el Señor ha traÃdo la salvación a Israel.»
Por su parte, Samuel dijo al pueblo:«Vengan todos, vamos a Gilgal, para renovar el reino.»
Y todo el pueblo fue a Gilgal, y allÃ, ante el Señor, confirmaron a Saúl como rey. Luego ofrecieron al Señor sacrificios y ofrendas de paz, y Saúl y todo el pueblo de Israel hicieron fiesta.