Y el dragón se detuvo a la orilla del mar. Entonces vi que del mar subÃa una bestia que tenÃa siete cabezas y diez cuernos. En cada cuerno llevaba una diadema, y en cada cabeza tenÃa un nombre blasfemo.
La bestia que vi parecÃa un leopardo; sus patas parecÃan las de un oso, y sus fauces eran como de león. El dragón cedió a la bestia su poder y su trono, y gran autoridad.
Una de sus cabezas parecÃa tener una herida mortal, pero su herida fue sanada. Toda la gente se llenó de asombro y siguió a la bestia,
Y adoraron a la bestia todos los habitantes de la tierra, todos los que no tienen su nombre inscrito en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.
El que tenga oÃdos, que oiga.
El que deba ir al cautiverio,al cautiverio irá;y el que deba morir por la espada,por la espada morirá.Aquà se verá la paciencia y la fe de los santos.
Por medio de las señales que se le permitÃa hacer en presencia de la primera bestia, engañó a los habitantes de la tierra y les mandó que hicieran una imagen de la bestia, que vivió a pesar de tener una herida de espada.
Además, hizo que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente,
y que nadie pudiera comprar ni vender si no tenÃa la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.
Aquà hay sabidurÃa. El que tenga entendimiento, que calcule el número de la bestia, pues es el número de un ser humano, y es el seiscientos sesenta y seis.