Pero con toda intención se olvidan de que, desde la antigüedad, fueron creados los cielos por la palabra de Dios, lo mismo que la tierra, la cual proviene del agua y subsiste por medio del agua.
Por eso el mundo de entonces fue destruido por una inundación.
Pero esa misma palabra ha reservado los cielos y la tierra que ahora existen; los ha guardado para el fuego en el dÃa del juicio y de la destrucción de los hombres perversos.
Pero no olviden, amados hermanos, que para el Señor un dÃa es como mil años, y mil años como un dÃa.
Pero el dÃa del Señor llegará como un ladrón en la noche. Ese dÃa los cielos desaparecerán en medio de un gran estruendo, y los elementos arderán y serán reducidos a cenizas, y la tierra y todo lo que en ella se ha hecho será quemado.
Puesto que todo será deshecho, ustedes deben vivir una vida santa y dedicada a Dios,
y esperar con ansias la venida del dÃa de Dios. Ese dÃa los cielos serán deshechos por el fuego, y los elementos se fundirán por el calor de las llamas.
Pero, según sus promesas, nosotros esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, donde reinará la justicia.
Por eso, amados hermanos, mientras esperan que esto suceda, hagan todo lo posible para que Dios los encuentre en paz, intachables e irreprensibles.
Tengan en cuenta que la paciencia de nuestro Señor es para salvación, tal y como nuestro amado hermano Pablo, según la sabidurÃa que le ha sido dada, les ha escrito
Pero ustedes, amados hermanos, que ya saben todo esto, cuÃdense de no ser arrastrados por el error de esos malvados, para que no caigan de su firme postura.