Ahora bien, tener fe es estar seguro de lo que se espera; es estar convencido de lo que no se ve.
Gracias a ella, nuestros antepasados fueron reconocidos y aprobados.
Por la fe entendemos que Dios creó el universo por medio de su palabra, de modo que lo que ahora vemos fue hecho de lo que no se veÃa.
Por la fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de CaÃn, y por eso fue reconocido como un hombre justo, y Dios aceptó con agrado sus ofrendas. Y aunque Abel está muerto, todavÃa habla por medio de su fe.
Por la fe, Abrahán obedeció cuando fue llamado, y salió sin saber a dónde iba, y se dirigió al lugar que iba a recibir como herencia.
Por la fe, habitó en la tierra prometida como un extraño en tierra extraña, y vivió en tiendas con Isaac y Jacob, quienes eran coherederos de la misma promesa;
porque esperaba llegar a la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Por la fe, todos ellos murieron sin haber recibido lo que se les habÃa prometido, y sólo llegaron a ver esto a lo lejos; pero lo creyeron y lo saludaron, pues reconocieron que eran extranjeros y peregrinos en esta tierra.
Porque los que dicen esto, claramente dan a entender que buscan una patria;
pues si hubieran estado pensando en la patria de donde salieron, tiempo tenÃan para volver.
Pero ellos anhelaban una patria mejor, es decir, la patria celestial. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse su Dios; al contrario, les ha preparado una ciudad.
Por la fe, cuando Abrahán fue puesto a prueba, ofreció a Isaac; y el que habÃa recibido las promesas ofrecÃa a su único hijo,
a pesar de que Dios le habÃa dicho: «Por medio de Isaac te vendrá descendencia».
Y es que Abrahán sabÃa que Dios tiene poder incluso para levantar a los muertos; y en sentido figurado, de entre los muertos lo volvió a recibir.
Por la fe, Isaac bendijo a Jacob y a Esaú acerca de las cosas venideras.
y prefirió ser maltratado junto con el pueblo de Dios, antes que gozar de los deleites temporales del pecado,
pues consideró que sufrir el oprobio de Cristo era una riqueza mayor que los tesoros de los egipcios. Y es que su mirada estaba fija en la recompensa.
Por la fe salió de Egipto, sin temor a la ira del rey, y se mantuvo firme, como si estuviera viendo al Invisible.
Hubo mujeres que por medio de la resurrección recuperaron a sus muertos. Pero otros fueron atormentados, y no aceptaron ser liberados porque esperaban obtener una mejor resurrección.
Otros sufrieron burlas y azotes, y hasta cadenas y cárceles.
Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de un lado a otro cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pobres, angustiados y maltratados.
Estos hombres, de los que el mundo no era digno, anduvieron errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
Y aunque por medio de la fe todos ellos fueron reconocidos y aprobados, no recibieron lo prometido.
Todo esto sucedió para que ellos no fueran perfeccionados aparte de nosotros, pues Dios habÃa preparado algo mejor para nosotros.